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Eso fue hace mucho tiempo. Muy pocas personas lo saben.
 Lo siento  dije.
 No lo sienta. Olvídelo. Y si quiere...  cambió de postura en la silla y me miró ...
llevársela consigo, hágalo. Me costará la carrera, pero soy demasiado viejo para
encabezar otra expedición como ésta. Así que, adelante.
De un trago terminó el café frío.
 Busque el jeep.
Hizo girar la silla.
Traté de decir «gracias» dos veces, pero no pude, de modo que me levanté y salí.
 Sayonara y todo eso  masculló Emory a mis espaldas.
Oí un grito.
 ¡Aquí la tiene, Gallinger!
Di media vuelta y miré hacia la rampa.
 ¡Kane!
Estaba en el ojo de buey, una sombra a contraluz, pero oí que alguien hacía un ruido
con la nariz.
Retrocedí los pocos pasos que había andado.
 ¿Qué es lo que tengo?
 Su rosa.
Me mostró un recipiente de plástico con divisiones internas. La mitad inferior estaba
ocupada por un líquido. Hasta allí llegaba el tallo. La otra mitad, una copa de vino clarete
en aquella noche horrible, era una rosa grande, recién abierta.
 Gracias  dije, metiéndola en el bolsillo de la chaqueta.
 ¿Así que vuelve a Tirellian?
 Sí.
 Vi que subía a bordo, así que la preparé. Cuando fui al camarote del capitán usted ya
se había marchado. El capitán estaba ocupado. Me dijo a gritos que podría encontrarlo en
la cochera.
 Gracias de nuevo.
 Tiene un tratamiento químico. Permanecerá así durante semanas.
Dije que sí con la cabeza. Me fui.
Ahora, a las montañas. Lejos. Lejos. El cielo era un cubo de hielo donde no flotaba
ninguna luna. La cuesta se volvía cada vez más empinada y el burrito protestaba. Le di
unos azotes con el acelerador y seguimos. Más y más arriba. Vi una estrella verde que no
parpadeaba y sentí un nudo en la garganta. La rosa, en la caja, latía contra mi pecho
como otro corazón. El burro rebuznó, larga y ruidosamente, y después empezó a toser. Lo
azoté un poco más y se murió.
Eché el freno de emergencia y bajé. Empecé a caminar.
Hacía mucho, mucho frío allí arriba. ¿Por qué de noche? ¿Por qué lo había hecho?
¿Por qué había huido del campamento al llegar la noche?
Y yo subía y bajaba, rodeaba y atravesaba cada abismo, paso y desfiladero, dando
largas zancadas con una facilidad de movimiento desconocida en la Tierra.
Apenas quedan dos días, mi amor, y tú me has abandonado. ¿Por qué?
Me arrastraba por debajo de salientes. Saltaba sobre hondonadas. Me raspé las
rodillas, un codo. Oí que se me rasgaba la chaqueta.
¿Así que no hay ninguna respuesta, Malann? ¿De veras odias tanto a tu pueblo?
Entonces probaré con algún otro. Vishnú, tú eres el Protector. ¡Protege a Braxa, por favor!
Ayúdame a encontrarla.
¿Jehová?
¿Adonis? ¿Osiris? ¿Thammuz? ¿Manitú? ¿Legba? ¿Dónde está Braxa?
Fui muy lejos y muy arriba, y resbalé.
Las piedras rechinaron debajo de mis pies y quedé colgando sobre un borde. Mis
dedos estaban muy fríos. No era nada fácil aferrarse a la roca.
Miré hacia abajo.
Unos cuatro metros. Me solté y aterricé rodando.
Entonces la oí gritar.
Me quedé allí inmóvil, mirando hacia arriba. Arriba, contra la noche, Braxa gritó:
 ¡Gallinger!
No me moví.
 ¡Gallinger!
Y Braxa desapareció.
Oí el tamborileo de unas piedras y supe que ella estaba bajando por algún camino a mi
derecha.
Me levanté de un salto y me escabullí en la sombra de una roca.
Braxa caminaba vacilante entre las piedras.
 ¿Gallinger?
Salí de la sombra y la agarré de los hombros.
 Braxa.
Braxa soltó otro grito y después se echó a llorar, apretándose contra mí. Era la primera
vez que la oía llorar.
 ¿Por qué?  pregunté . ¿Por qué?
Pero ella no hacía más que apretarse contra mi cuerpo y sollozar.
Finalmente:
 Pensé que te habías suicidado.
 Quizá tendría que haberlo hecho  dije . ¿Por qué abandonaste Tirellian? ¿Y por
qué me abandonaste a mí?
 ¿No te lo dijo M'Cwyie? ¿No lo adivinaste?
 No lo adiviné, y M'Cwyie dijo que no lo sabía.
 Entonces mintió. Ella lo sabe.
 ¿Qué? ¿Qué es lo que sabe?
Braxa se estremeció de pies a cabeza y después guardó silencio durante un largo rato.
De repente descubrí que sólo llevaba puesto el ligero vestido de baile. La aparté de mí,
me quité la chaqueta y se la puse sobre los hombros.
 ¡Gran Malann!  grité . ¡Te vas a morir de, frío!
 No  dijo , no me voy a morir.
Yo estaba metiendo la rosa en el bolsillo del pantalón.
 ¿Qué es eso?  preguntó Braxa.
 Una rosa  respondí . No la puedes ver muy bien aquí a oscuras. Una vez te
comparé con una. ¿Recuerdas?
 S-sí. ¿Puedo llevarla?
 Por supuesto.
La metí en el bolsillo de la chaqueta.
 ¿Y bien? Aún estoy esperando una explicación.
 ¿De veras no lo sabes?  preguntó Braxa.
 ¡No!
 Cuando llegaron las Lluvias  dijo Braxa , paréció que sólo habían afectado a
nuestros hombres, lo cual era suficiente... Porque yo... según parece... no sufrí ese
efecto...
 Oh  dije . Oh.
Nos quedamos en silencio, y me puse a pensar.
 Bueno, ¿por qué huiste? ¿Qué tiene de malo estar embarazada en Marte? Tamur se
equivocó. Tu pueblo puede volver a vivir.
Braxa se rió, otra vez el violín desenfrenado tocado por un Paganini loco. La hice callar
antes de que fuera demasiado lejos
 ¿Cómo?  preguntó finalmente, frotándose la mejilla.
 Tu gente vive más tiempo que la nuestra. Si nuestro hijo es normal, querrá decir que
nuestras razas pueden unirse. En tu pueblo todavía deben de quedar otras mujeres
fértiles. ¿Por qué no?
 ¿Has leído el Libro de Locar  dijo Braxa y aun así me lo preguntas? La muerte se
decidió, se votó y se promulgó poco después de presentarse bajo esa forma. Pero mucho
antes los seguidores de Locar ya lo sabían. Lo decidieron hace mucho tiempo. «Hemos
hecho todas las cosas  decían , hemos visto todas las cosas, hemos oído y sentido
todas las cosas. La danza fue buena. Ahora que acabe.»
 Tú no puedes creer eso.
 Lo que yo crea no tiene importancia  contestó Braxa . M'Cwyie y las Madres han
decidido que debemos morir. Su propio título es ahora una burla, pero hay que acatar sus
decisiones. Sólo queda una profecía, y es falsa. Moriremos.
 No  dije.
 Entonces ¿qué?
 Regresa conmigo a la Tierra.
 No.
 Bueno, entonces acompáñame ahora.
 ¿Adónde?
 A Tirellian. Voy a hablar con las Madres.
 ¡No puedes! ¡Hay una Ceremonia esta noche!
Me reí.
 ¿Una ceremonia para un dios que te derriba y después te patea los dientes?
 Todavía es Malann  respondió Braxa . Todavía somos su pueblo.
 Tú y mi padre os habríais llevado muy bien  gruñí . Pero yo voy a Tirellian y tú me
acompañas, aunque tenga que llevarte, y soy más grande que tú.
 Pero no eres más grande que Ontro.
 ¿Quién demonios es Ontro?
 Ontro te cerrará el paso, Gallinger. Es el Puño de Malann.
IV
Detuve el jeep delante de la única entrada que conocía, la, de M'Cwyie. Braxa, que
había visto la rosa a la luz de un faro, la acunaba ahora en el regazo, como si fuera
nuestro hijo, y no decía nada. En su cara había una expresión pasiva, encantadora.
 ¿Están ahora en el Templo?  quise saber. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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