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hechizo y el grupo siguió adelante.
Fuera de la cúpula, la noche de la capital se extendía tibia, húmeda y brillante como un
damasco; rugía con el ruido subliminal de la vida. La noche y la ciudad, prolongadas hasta
el horizonte y más allá.
 Me impresiona el lujo haut... pero siempre termino pensando en el volumen de la
base de sustentación económica que tiene  comentó Miles a Benin.
 Cierto  asintió Benin con sonrisa irónica . Y según tengo entendido, la tasa de
impuestos per cápita de Barrayar duplica la de Cetaganda. El emperador cetagandano
cultiva el bienestar económico de sus súbditos tanto como su jardín. Al menos eso dicen.
Benin no era inmune a la tendencia cetagandana a la competencia. Y los impuestos
eran un asunto muy variable en Barrayar.
 Lamento tener que estar de acuerdo  le contestó Miles . El problema es que
estamos obligados a igualarlos a ustedes en lo militar con un cuarto de los recursos
reales.  Se mordió la lengua para no agregar: Por suerte, no es demasiado difícil, o
alguna otra frase irónica.
Pero en realidad Benin tenía razón, reflexionó Miles cuando el auto de superficie de la
embajada se elevó sobre la capital. La gran semiesfera plateada resultaba impresionante
hasta que uno miraba la ciudad que se extendía cien kilómetros a la redonda en todas
direcciones, por no mencionar el resto del planeta y los otros siete mundos... y hacía
números. El jardín Celestial era una flor, pero sus raíces estaban en otra parte, en el
control haut y ghem de otros aspectos de la economía. La Gran Llave le pareció de pronto
una palanca demasiado pequeña para mover ese mundo. Príncipe Slyke, creo que es
usted un optimista.
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 Tienes que ayudarme con esto, Ivan  susurró Miles con urgencia.
 ¿Eh?  murmuró Ivan, en tono de extrema neutralidad.
 No sabía que Vorob'yev lo iba a mandar a él.  Miles hizo un gesto hacia lord
Vorreedi, que acababa de terminar su propia conferencia en voz baja con el conductor del
auto, el guardia de paisano y el uniformado de la embajada. El uniformado llevaba el
atuendo de fajina verde, como Miles e Ivan; los otros dos llevaban mallas y túnicas largas
hasta los tobillos en el típico estilo de Cetaganda. El oficial de protocolo tenía más
práctica con la ropa cetagandana y se movía con mayor soltura y comodidad.
Miles siguió diciendo en voz baja:
 Cuando establecí esta cita con mi contacto, pensé que Vorob'yev nos mandaría con
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Mia Maz... al fin y al cabo, esto tiene que ver con la División de Damas o como se llame...
No tiene por qué cubrirme. Lo que necesito es que lo distraigas un momento cuando
llegue el momento de marcharme.
El guardia de paisano hizo un gesto con la cabeza y se fue. Un hombre de perímetro.
Miles memorizó la cara y la ropa. Otra cosa de la que tenía que cuidarse. El guardia se
alejó hacia la entrada de la exhibición, que por cierto no se desarrollaba en un recinto
normal. Cuando le habían descrito el espectáculo, Miles se había imaginado alguna
estructura cavernosa y cuadrangular como la que albergaba la Feria Agrícola de Distrito
en Hassadar. Pero el Salón del jardín de la Luna, como lo llamaban, era otra cúpula, una
imitación burguesa y diminuta del Jardín Celestial. Bueno, no demasiado diminuta, en
realidad: tenía más de trescientos metros de diámetro y se arqueaba sobre un suelo
empinado e irregular. Bandadas de ghems bien vestidos, tanto hombres como mujeres, se
acercaban al túnel de la entrada superior.
 ¿Y cómo diantres voy a conseguirlo, primito? Vorreedi no es de los que se distraen
con facilidad.
 Dile que me fui con una dama. Propósitos inmorales. Tú siempre tienes ese tipo de
propósitos... ¿por qué yo no?  Los labios de Miles se torcieron tratando de suprimir una
burla a los ojos en blanco de Ivan . Preséntale a media docena de tus noviecitas. Me
parece difícil que no te encuentres con alguna por aquí. Preséntalo como el hombre que
te enseñó todo lo que sabes sobre el Arte de Amor Barrayarés.
 No es mi tipo  dijo Ivan entre dientes.
 ¡Usa la iniciativa!
 No tengo iniciativa. Yo sigo órdenes, muchas gracias. Es mucho más seguro.
 De acuerdo. Te ordeno que uses la iniciativa.
Por todo comentario Ivan formó un taco con los labios, sin pronunciarlo.
 Estoy seguro de que acabaré arrepintiéndome.
 Aguanta un poco más. Unas pocas horas y todo habrá acabado.  Para bien o para
mal..
 Eso ya me lo dijiste anteayer. Y resultó falso.
 No fue culpa mía. Las cosas son un poco más complicadas de lo que suponía.
 ¿Recuerdas aquella vez en Vorkosigan Surleau, cuando encontramos aquel viejo
depósito de armas y nos convenciste a mí y a Elena de que te ayudáramos a activar el
tanque flotante? ¿Y después chocamos contra el granero? ¿Y el granero se derrumbó?
¿Y mi madre me puso bajo arresto domiciliario durante dos meses?
 ¡Ivan, teníamos diez años!
 Yo lo recuerdo como si fuese ayer. Ayer y anteayer..
 Esa cosa ya se estaba cayendo. No hizo falta mucho para derrumbarla. Les ahorró el
precio de la demolición. Por Dios, Ivan, ¡esto es serio! No puedes compararlo con... 
Miles se interrumpió cuando vio que el oficial de protocolo despedía a sus hombres y se
volvía hacia los dos enviados con una leve sonrisa. Los tres entraron juntos al Salón del
jardín de la Luna.
Miles se sorprendió al ver algo tan burdo como un cartel, aunque fuera de flores, sobre
el arco de la entrada de un laberinto de caminos descendentes que bajaban por la ladera
natural. Exposición Anual de Bioestética Número 149, Clase A. Dedicada a la memoria de
la Señora Celestial. Esa dedicatoria había convertido la ocasión en una cita obligada para
la agenda de todos los enviados diplomáticos.
 ¿Las hautmujeres compiten aquí?  le preguntó Miles al oficial de protocolo . Creo
que esto está dentro de su estilo.
 Tanto que nadie podría ganarles si participaran  contestó lord Vorreedi . No, no.
Las haut tienen su propia competición anual, muy privada, en el Jardín Celestial, pero no
este año, por lo menos hasta que termine el período oficial de luto.
 Así que... estas exposiciones de las ghemujeres son... emmm, ¿una imitación de sus
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hermanastras haut?
 Ésa es la idea, sí. Ése es el estilo de este planeta.
Las presentaciones de las ghemladies no estaban dispuestas en filas, sino por
separado, cada una en su propia curva o rincón. Miles se preguntó qué tipo de
discusiones se desatarían para conseguir los lugares más favorables, qué tipos de estatus
y poder serían necesarios para obtener los mejores y si la competencia por los lugares
podía llegar al asesinato. Al asesinato verbal seguramente, a juzgar por algunos
fragmentos de conversación que alcanzó a oír entre los grupos de ghemladies que
pasaban lentamente entre críticas y expresiones de admiración.
Le llamó la atención un tanque lleno de peces. Tenían las aletas muy finas y las
escamas de colores seguían el dibujo exacto de uno de los maquillajes que usaba uno de
los ghem-clanes: azul brillante, amarillo, negro y blanco. Los peces giraban en una
especie de gavota acuática. No era demasiado impresionante desde el punto de vista de
la ingeniería genética, excepto por el hecho de que la dueña de la muestra, orgullosa y
esperanzada, era una niña de apenas doce años. Parecía una mascota de las [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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