[ Pobierz całość w formacie PDF ]
Apretándolo, pensó Joe, del mismo modo que Spelux me apretó a mí.
—Spelux está aquí —dijo—. Entre nosotros —dirigiéndose al hombre de cabellos grises, le
dijo—: Usted es Spelux, y sin embargo, está cuestionando la confianza que le tenemos.
El hombre sonrió.
—Se equivoca, amigo. No soy Spelux. Soy Harper Baldwin, asesor psicokinético del
gobierno. O al menos eso era ayer.
—Sin embargo, Spelux está aquí por algún lado —dijo una mujer gorda con cabello de
muñeca. Había estado tejiendo sin intervenir en la conversación hasta ese momento—. Ese
hombre tiene razón.
—Sr. Fernwright —dijo la azafata tratando de ayudar—. ¿Los puedo presentar? Esta chica
atractiva al lado del Sr. Fernwright es la Srta. Mali Joyez. Y ese caballero...
Siguió monótonamente, pero Joe no le prestó atención; no le importaban los nombres, con
31
la excepción, quizás, de la chica a su lado. Durante los últimos cuarenta minutos, se había
sentido cada vez más favorablemente impactado por su belleza escueta y ascética. Nada
parecida a Kate, se dijo. Es lo opuesto. Esta es una mujer realmente femenina; Kate era un
hombre frustrado. Y ésas son las que castran a derecha e izquierda.
Cuando terminaron las presentaciones, Harper Baldwin retomó la palabra, con su voz
prepotente y exageradamente firme.
—Creo que nuestro verdadero estado es la esclavitud. Detengámonos un instante y
revisemos todo el asunto. Es un caso de 'por las buenas o por las malas', ¿no es cierto?
Miró a los lados, buscando aprobación.
—El Planeta del Labrador —señaló la Srta. Joyez—, no es un planeta atrasado ni
subdesarrollado. Tiene una sociedad avanzada, que aunque no sea una civilización en el sentido
estricto de la palabra, tampoco es un conjunto de recolectores de comida ni un clan de
agricultores. Tiene ciudades. Leyes. Una variedad de expresiones artísticas que van desde la
danza hasta una forma modificada de ajedrez cuatridimensional.
—Eso no es verdad —dijo Joe con acento mordaz. Todos le miraron, sorprendidos por su
tono—. Lo único que hay es un ser enorme y viejo. Que además está achacoso. No hay ninguna
sociedad urbana avanzada.
—Espere un momento —dijo Harper Baldwin—. Si hay algo que no se puede decir de
Spelux, es que sea achacoso. ¿De dónde sacó esa información, Fernwright? ¿De una
enciclopedia del gobierno?
—Así es —dijo Joe, incómodo—. Y de segunda mano, además.
—Si la enciclopedia describió a Spelux como un ser achacoso —dijo la Srta. Joyez sin
inmutarse—, me gustaría saber qué otra cosa dijo además de eso. Tengo curiosidad por ver cuán
distante de la realidad está su visión del Planeta del Labrador.
Cada vez más incómodo, Joe siguió.
—Dormido. De edad avanzada, y por lo tanto senil, e inofensivo.
Esta última característica no era fácilmente atribuible a Spelux, al menos en su trato con
Joe y los demás.
—Con permiso de ustedes —dijo Mali Joyez, poniéndose de pie—, me parece que iré al
salón a leer una revista o dormir un rato.
Abandonó el compartimento con pasos enérgicos y cortos.
—Me parece —dijo la mujer que estaba tejiendo, sin levantar la cabeza— que el Sr.
Fernwright debería ir al salón y pedirle disculpas a la Srta. Comosellame.
Con las orejas coloradas y un escozor en la parte de atrás del cuello, Joe se puso de pie y
siguió a Mali Joyez.
Al bajar los escalones, tuvo una sensación rara. Como si fuera camino a mi muerte, pensó.
¿O es hacia la vida, por primera vez? ¿Como el proceso de un parto?
Algún día lo sabría. Pero no ahora.
6
Encontró a la Srta. Joyez sentada en uno de los enormes sillones del salón, leyendo un
ejemplar de Ramparts. No levantó la vista, pero Joe dio por sentado que le había visto entrar.
—¿Cómo es que sabe tanto sobre el Planeta del Labrador, Srta. Joyez? —empezó
diciendo—. Lo que quiero decir es que no lo aprendió en la Enciclopedia, como yo.
32
Sin decir nada, la Srta. Joyez siguió leyendo.
Después de una pausa, Joe se sentó a su lado y vaciló, pensando qué podría decir. ¿Por
qué le habían hecho enojar tanto sus afirmaciones acerca de la sociedad del Planeta del
Labrador? No sabía; ahora le parecía tan irracional como le había parecido a los demás.
—Tenemos un nuevo juego —dijo al final. Ella continuó leyendo—. Se trata de buscar los
titulares más cómicos que se, hayan publicado, en los archivos de los diarios —siguió sin
contestar—. Le diré cuál fue el titular que me pareció más cómico. No fue fácil de encontrar; tuve
que revisar todos los periódicos hasta 1962.
Mali Joyez levantó la vista. Su rostro no reflejaba ninguna emoción particular, ningún
resentimiento; simplemente una curiosidad distante, mostrándose sociable. Nada más.
—¿Cuál fue su titular, Sr. Fernwright?
—ELMO PLASKETT HUNDE AL CLUB 'GIGANTES`.
—¿Quién fue Elmo Plaskett?
—Ahí está la cosa —dijo Joe—. Vino de las ligas menores; nadie lo conocía. Eso es lo
cómico. Quiero decir que Elmo Plaskett salió a jugar un día, bateó una carrera completa…
—¿Básquetbol? —preguntó la Srta. Joyez.
—Béisbol.
—Ah, sí. Que se juega con 'bates'. [ Pobierz całość w formacie PDF ]
zanotowane.pl doc.pisz.pl pdf.pisz.pl aikidobyd.xlx.pl
Apretándolo, pensó Joe, del mismo modo que Spelux me apretó a mí.
—Spelux está aquí —dijo—. Entre nosotros —dirigiéndose al hombre de cabellos grises, le
dijo—: Usted es Spelux, y sin embargo, está cuestionando la confianza que le tenemos.
El hombre sonrió.
—Se equivoca, amigo. No soy Spelux. Soy Harper Baldwin, asesor psicokinético del
gobierno. O al menos eso era ayer.
—Sin embargo, Spelux está aquí por algún lado —dijo una mujer gorda con cabello de
muñeca. Había estado tejiendo sin intervenir en la conversación hasta ese momento—. Ese
hombre tiene razón.
—Sr. Fernwright —dijo la azafata tratando de ayudar—. ¿Los puedo presentar? Esta chica
atractiva al lado del Sr. Fernwright es la Srta. Mali Joyez. Y ese caballero...
Siguió monótonamente, pero Joe no le prestó atención; no le importaban los nombres, con
31
la excepción, quizás, de la chica a su lado. Durante los últimos cuarenta minutos, se había
sentido cada vez más favorablemente impactado por su belleza escueta y ascética. Nada
parecida a Kate, se dijo. Es lo opuesto. Esta es una mujer realmente femenina; Kate era un
hombre frustrado. Y ésas son las que castran a derecha e izquierda.
Cuando terminaron las presentaciones, Harper Baldwin retomó la palabra, con su voz
prepotente y exageradamente firme.
—Creo que nuestro verdadero estado es la esclavitud. Detengámonos un instante y
revisemos todo el asunto. Es un caso de 'por las buenas o por las malas', ¿no es cierto?
Miró a los lados, buscando aprobación.
—El Planeta del Labrador —señaló la Srta. Joyez—, no es un planeta atrasado ni
subdesarrollado. Tiene una sociedad avanzada, que aunque no sea una civilización en el sentido
estricto de la palabra, tampoco es un conjunto de recolectores de comida ni un clan de
agricultores. Tiene ciudades. Leyes. Una variedad de expresiones artísticas que van desde la
danza hasta una forma modificada de ajedrez cuatridimensional.
—Eso no es verdad —dijo Joe con acento mordaz. Todos le miraron, sorprendidos por su
tono—. Lo único que hay es un ser enorme y viejo. Que además está achacoso. No hay ninguna
sociedad urbana avanzada.
—Espere un momento —dijo Harper Baldwin—. Si hay algo que no se puede decir de
Spelux, es que sea achacoso. ¿De dónde sacó esa información, Fernwright? ¿De una
enciclopedia del gobierno?
—Así es —dijo Joe, incómodo—. Y de segunda mano, además.
—Si la enciclopedia describió a Spelux como un ser achacoso —dijo la Srta. Joyez sin
inmutarse—, me gustaría saber qué otra cosa dijo además de eso. Tengo curiosidad por ver cuán
distante de la realidad está su visión del Planeta del Labrador.
Cada vez más incómodo, Joe siguió.
—Dormido. De edad avanzada, y por lo tanto senil, e inofensivo.
Esta última característica no era fácilmente atribuible a Spelux, al menos en su trato con
Joe y los demás.
—Con permiso de ustedes —dijo Mali Joyez, poniéndose de pie—, me parece que iré al
salón a leer una revista o dormir un rato.
Abandonó el compartimento con pasos enérgicos y cortos.
—Me parece —dijo la mujer que estaba tejiendo, sin levantar la cabeza— que el Sr.
Fernwright debería ir al salón y pedirle disculpas a la Srta. Comosellame.
Con las orejas coloradas y un escozor en la parte de atrás del cuello, Joe se puso de pie y
siguió a Mali Joyez.
Al bajar los escalones, tuvo una sensación rara. Como si fuera camino a mi muerte, pensó.
¿O es hacia la vida, por primera vez? ¿Como el proceso de un parto?
Algún día lo sabría. Pero no ahora.
6
Encontró a la Srta. Joyez sentada en uno de los enormes sillones del salón, leyendo un
ejemplar de Ramparts. No levantó la vista, pero Joe dio por sentado que le había visto entrar.
—¿Cómo es que sabe tanto sobre el Planeta del Labrador, Srta. Joyez? —empezó
diciendo—. Lo que quiero decir es que no lo aprendió en la Enciclopedia, como yo.
32
Sin decir nada, la Srta. Joyez siguió leyendo.
Después de una pausa, Joe se sentó a su lado y vaciló, pensando qué podría decir. ¿Por
qué le habían hecho enojar tanto sus afirmaciones acerca de la sociedad del Planeta del
Labrador? No sabía; ahora le parecía tan irracional como le había parecido a los demás.
—Tenemos un nuevo juego —dijo al final. Ella continuó leyendo—. Se trata de buscar los
titulares más cómicos que se, hayan publicado, en los archivos de los diarios —siguió sin
contestar—. Le diré cuál fue el titular que me pareció más cómico. No fue fácil de encontrar; tuve
que revisar todos los periódicos hasta 1962.
Mali Joyez levantó la vista. Su rostro no reflejaba ninguna emoción particular, ningún
resentimiento; simplemente una curiosidad distante, mostrándose sociable. Nada más.
—¿Cuál fue su titular, Sr. Fernwright?
—ELMO PLASKETT HUNDE AL CLUB 'GIGANTES`.
—¿Quién fue Elmo Plaskett?
—Ahí está la cosa —dijo Joe—. Vino de las ligas menores; nadie lo conocía. Eso es lo
cómico. Quiero decir que Elmo Plaskett salió a jugar un día, bateó una carrera completa…
—¿Básquetbol? —preguntó la Srta. Joyez.
—Béisbol.
—Ah, sí. Que se juega con 'bates'. [ Pobierz całość w formacie PDF ]